Por Angela Posada-Swafford/twitter@swaforini/www.angelaposadaswafford.com
Enero 23. Hoy fue el día de Rubén Escribano, a quien he bautizado como el Buzz Aldrin del Chile Hadal. Después de la primera inmersión de Osvaldo Ulloa, la de Rubén ya se sentía como algo más familiar. Desde luego que la tensión y el riesgo eran los mismos. No obstante, uno quisiera pensar que este negocio de bajar al lecho hadal podría algún día convertirse en algo rutinario. No estamos allá todavía. Pero, con el apoyo de gente como Victor Vescovo, no es imposible soñar con ello.
El punto es que Rubén bajó con ojos de científico y subió con alma de poeta. Sus bellas descripciones orales de lo que vio allá abajo cobran sentido cuando uno ve las fotografías. Decía él que a primera vista tuvo la sensación de estar sobrevolando un planetita en el que seres diminutos construían sus propios caminos, erigían montículos y edificios y se dedicaban a su vida diaria como si nada. La descripción es estupenda porque la imagen claramente muestra caminitos dejados por las holoturias, adornos de flores de coral y estructuras hechas por quién sabe qué organismos
Foto: IMO
Le pregunté que si había llevado su armónica (Rubén y Osvaldo son científicos y músicos, y mucho de su amistad se cimienta en esta coyuntura), pero contestó que no, que no habría tenido tiempo de tocarla, ya que sus sentidos estaban llenos de todo lo demás. Tuvo el privilegio de ver cosas bien inesperadas: una estrella de mar… ¡a más o menos 7,200 metros! Es algo demasiado novedoso. Había bastante fauna, contó. Cosas como para mantener ocupados a los biólogos y microbiólogos del IMO durante años.
Unir esto con la geología, cuyas inmersiones tripuladas lastimosamente no se lograron por temas de logística, será monumental. Porque entre otras cosas, la geóloga Isabel Urrutia trabaja intensamente en una hipótesis que promete arrojar interesante información sobre cómo la forma del relieve de este lecho marino incide en el ciclo sísmico, que a su vez tiene que ver con los destructivos terremotos y tsunamis que azotan a Chile. Y durante esta expedición se hicieron mapas que demostraron la existencia de ciertas estructuras que Isabel había predicho.
Estamos apenas levantando la tapa de la olla para mirar los secretos que guarda la poderosa Fosa de Atacama.
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